El asesinato de don Joaquín

El secreto de la Misericordia
final del capítulo I 

El padre Joaquín había intentado no mirar hacia atrás durante todo el camino, sabía que alguien le estaba siguiendo; probablemente la misma persona que le había llamado al móvil momentos antes. Al llegar frente a su casa miró con reticencia hacia atrás, sin ver el menor rastro de su perseguidor. Subió uno de los dos escalones que se encontraban frente a la puerta, con el fin de alcanzarla. Sin previo aviso sintió un fuerte golpe en la espalda, perdiendo así el equilibrio y estampoandose contra la puerta; giró la cabeza para percatarse de qué había sucedido, viendo detrás de sí a la persona que lo había estado siguiendo, quien sacó un cuchillo y con gran rapidez se lo clavó en el costado izquierdo. El párroco sintió un fuerte escalofrío por todo el cuerpo, sus dedos se debilitaron y su mano se abrió, dejando caer el maletín. El agresor recogió el maletín y salió corriendo, desapareciendo de la vista de don Joaquín.
El cura se encontraba apoyado contra la puerta de su casa, con la mano presionando sobre su costado lleno de sangre. Metió la otra mano en el bolsillo y sacó una llave. Con gran esfuerzo logró introducirla en la cerradura y abrir la puerta. Pese al terrible dolor que sentía, y prácticamente a gatas, fue subiendo las escaleras. Mientras la sangre seguía brotando de entre sus costillas. Al fin logró llegar al primer piso, abrió la puerta de su despacho y se internó en él.
Tambaleándose se dirigió hacia el escritorio, cogió un lápiz y un papel y, temblándole el pulso, escribio en él. Rendido por el esfuerzo cayó al suelo, quedandose boca arriba, mientras sentia como la vida se le escapaba. Se quedó allí, sin ni siquiera intentar moverse; con el papel medio arrugado en su mano izquierda, que descansaba sobre un pequeño charco de sangre.