Andrés Taída (el protagonista)

El secreto de la Misericordia
principio del capítulo II 

Como cada mañana, a las ocho y media, Andrés Taída pasaba por la Plaza Parroquial de Vinaròs para ir a abrir su tienda en la Calle Mayor; una pequeña tienda de antigüedades, algunas de ellas extraordinariamente raras y caras.
La gente solía decir de Taída que no parecía un anticuario. Cuando alguien hablaba de anticuario venía a la mente la típica imagen de un señor mayor con el pelo blanco y las gafas apoyadas en la punta de la nariz, pero no era así. Andrés tenía treinta y dos años; era medianamente alto pero no por ello excesivamente delgado; tenía el cabello castaño y denso, aunque él mismo empezaba a notar que había comenzado a caersele el pelo de forma casi imperceptible; llevaba también una barba de tres días.
Sin saber porqué, se había detenido a contemplar la iglesia de la Asunción, más conocida como la Arciprestal. Se quedó observando su fachada, en la que destacaba su gran portalada barroca valenciana a modo de retablo; construida entre los siglos XVII y XVIII. A cada lado de la puerta emergían dos columnas  salomónicas